En el último tercio del siglo XIX, la expansión del mercado interior y exterior de los países occidentales, la acumulación de capital que dio lugar a las estrategias monopolistas, la invención de nuevos aparatos de comunicación (teléfono y telégrafo) y de grabación y reproducción masiva de contenidos culturales (fonógrafo y cinematógrafo), la organización de la producción cultural fundada en la división del trabajo, y el aumento de los salarios y el tiempo de ocio de las clases medias y ciertos sectores de la clase obrera, permitió el desarrollo a gran escala de una industria del arte y del entretenimiento. Sobre la base del vaudeville y los parques de atracciones, la emergente industria de la moda, la pujante industria editorial musical y las todavía incipientes industrias del disco, del cine y de las bellas artes (museos, especialmente) se forjan las estructuras de negocio y la creación de contenidos que también servirán de inspiración en cierta medida a otras industrias que le seguirán a lo largo del siglo XX (radio, televisión, parques temáticos, galerías de arte, videoarte, videojuegos…etc). Al mismo tiempo, el paulatino crecimiento de un turismo masivo y la necesidad de encontrar espacios comunes de diálogo para todo tipo de alianzas y negocios mercantiles a través de la organización de exposiciones universales, concedieron una importancia capital a la arquitectura y el diseño urbano como formas de promoción simbólica de las ciudades con mayor capacidad de desarrollo, pero también a una incipiente industria gastronómica y del turismo rural que ha tenido su apogeo desde el último tercio del siglo pasado.
Es evidente que las formas de organización empresarial e institucional de todas estas industrias se han modificado con el tiempo debido a reestructuraciones en las políticas económicas, sociales y culturales de índole nacional, al impacto de las nuevas tecnologías y, finalmente, a la globalización, que ha provocado no pocas tensiones entre los intereses de las grandes corporaciones trasnacionales y de los gobiernos locales. Así mismo, todos estos factores han influido también en los modos de comunicación de los productos culturales y creativos y sus empresas, y en las formas de consumo de los mismos.